Por Carlos Romero, director Revista Escape
Estaba dentro de una piscina termal al aire libre a pasos de la playa en el Lago Llanquihue. Aún no comenzaba a llover pero los pájaros ya anunciaban que pronto caerían las primeras gotas. La piscina tiene un techo que protege gran parte de su superficie, no sentía frío y solo me quedaba esperar que la naturaleza hiciera lo suyo. Es pleno abril y el otoño se siente en Frutillar y yo llamaba con mi pensamiento a que llegara el diluvio. Estaba exactamente en el lugar que quería estar, disfrutando de este maravilloso espacio wellness a orillas del lago. El resto se los cuento después.
Cuando decidí empezar a viajar y a contar mis experiencias, me puse como objetivo buscar lugares que no sean de los más conocidos o tradicionales, o bien hacer un mix entre un lugar “top” e ir también a un destino menos desarrollado. Y en este primer viaje a la Región de Los Lagos, lo logré.
Mi decisión fue ir a conocer uno de los seis destinos de la Ruta Lagos y Volcanes llamado Norpatagonía, que tiene como principal atracción el Parque Nacional Puyehue y el lago del mismo nombre. En torno a ellos se concentran las principales ofertas turísticas de la zona, que incluyen complejos termales, centros de esquí, exuberantes bosques siempre verdes, volcanes de reciente actividad –como el complejo Puyehue-Cordón del Caulle- y notables senderos de trekking, calificados dentro de los más salvajes de Chile.
Para llegar desde Santiago a este destino, decidí tomar un vuelo comercial, que me costó ida y vuelta como US $100 sin maletas adicionales. En el DÍA 1, aterricé en el aeropuerto de Osorno cerca de las 16 horas, arrendé un auto y en vez de ir directo a Puyehue preferí ir más al sur, específicamente a la ciudad de Frutillar en el centro del Lago Llanquihue. Esta ciudad no es parte formal de este destino, pero la gracia de la Ruta Lagos y Volcanes es que puedas recorrer los distintos puntos en un solo viaje.
Manejé alrededor de 50 minutos (70 kilómetros aprox) por la Ruta 5 Sur (con un peaje troncal de por medio) hasta llegar a Frutillar ( a 44 kilómetros al norte de Puerto Montt). Una ciudad espectacular que se ha desarrollado armónicamente y que se caracteriza por la belleza de su costanera, con casas patrimoniales, ricos cafés y restaurantes con gastronomía de influencia colono alemán. Como gran atracción, sin duda que es el Teatro del Lago, lo que le ha permitido a Frutillar ser denominada Ciudad Creativa de la Música de la UNESCO.
En este viaje opté por no ir a Puerto Varas y dejé a Frutillar como la protagonista. una ciudad que tiene la capacidad de ser el destino principal de un recorrido y no ser el segundo plato. Ya en la ciudad, mi primer destino fue ir directo a Cancagua Spa & Retreat Center, ubicado a orillas de Lago Llanquihue donde es posible disfrutar experiencias de relajación, masajes y desconexión, rodeado de un entorno natural privilegiado que ha sido diseñado de manera perfecta por sus propios dueños, con atención personalizada y alegre.
En el lugar, existe la posibilidad de optar por sesiones de masajes y relajación, sauna y usar tinajas privadas para un grupo familiar o bien bajar hasta la playa y optar por las dos biopiscinas naturales a orillas del lago, diseñadas de manera sostenible, que utilizan plantas y sistemas ecológicos para mantener el agua cristalina, sin químicos y en armonía con el medio ambiente ya que usan un humedal depurador lo que permite que la contaminación no vaya al lago. La temperatura del agua varía entre 35 a 40 grados, lo que permite un relajo máximo mirando el lago. Y por si fuera poco, también tienen un domo donde realizan clases de Yoga y otras disciplinas que invitan al relajo y la conexión con el cuerpo.
Uno de los anfitriones en Cancagua, es Mario Mario Hermosilla, quien explicó cómo nace este hermoso proyecto. “Este proyecto comenzó junto a mi señora, Luciana Misi, arquitecta brasileña, ya que amamos este lugar y quisimos compartirlo para todo el mundo. Es una invitación a la conexión con uno mismo, al bienestar y a disfrutar de la naturaleza”.
Y es que Cancagua está inserto en un bosque nativo con imponentes árboles y se escuchan chucaos y colibríes al caminar hacia las biopiscinas y al reciente café que tiene a disposición una menú saludable, donde muchos de sus productos e ingredientes son de la zona, organizados por la comunidad 100K Llanquihue.
En esa línea, Mario explica que “existen muchos negocios que empezaron hace menos de cinco años, lo que ha creado una energía especial donde todos nos apoyamos y buscamos mecanismos para posicionarnos como destino. Están llegando nuevos proyectos que aportan a esta ciudad lo que ha permitido que el turista venga y se quede en Frutillar ya que hoy tiene múltiples opciones para disfrutar, desde simplemente caminar hasta conocer la variada oferta gastronómica que se ha instalado en la ciudad”.
El lugar elegido para pasar la primera noche fue el Hotel Casa Ayacara, ubicado en primera línea al lago. Es imposible no admirar lo bien cuidada de esta casa patrimonial de 1907 con su impresionante vista a los volcanes. Con solo 8 habitaciones y un departamento familiar, sin duda que cumple con el concepto “boutique”.
Mi habitación estaba en el segundo piso con una impresionante vista al lago, cama cómoda y un buen baño. Todo lo que se puede esperar de un lugar con este estándar. En el primer piso, uno puede trabajar cómodamente en un salón con sillones y una mesa con vista privilegiada al lago. En su interior usa maderas nativas típicas de la zona, con un decorado tradicional y muebles de la época, mezclados con lo moderno. Dando una calidez-sencillez de una casa de 1900.
Antes de dormir, decidí recorrer la avenida Philippi (costanera) donde destacan casas patrimoniales alemanas restauradas y que siguen siendo ocupadas. Caminé hasta el Biergarden Tropera a tomar una de sus cervezas artesanales y probé los tártaros, uno de mis favoritos que siempre pido cuando voy a uno de sus locales.
A la mañana siguiente, desayuné en el Hotel un tradicional desayuno sureño luego trabajé toda la mañana en el hotel preparando el siguiente destino de este viaje.